Por la situación actual del mercado y con el panorama de crisis, hay
determinados comportamientos que se suelen recrudecer en épocas de vacas
flacas. Este artículo va encaminado a dar una serie de consejos
prácticos sobre cómo se debería actuar ante un moroso para cobrar una
deuda.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el acto de
cobrar por nuestros servicios es un acto noble, y es recoger el fruto
tras haber sembrado. Por lo tanto no tenemos que tener nunca vergüenza
por solicitar lo que es nuestro.
Muchas empresas e incluso
personas no se atreven a reclamar el pago de las facturas pendientes por
miedo a que puedan ofender a los deudores. Una reclamación adecuada
permite localizar a los morosos tempranamente y evitar así que pueda
darse más crédito o controlar los cobros.
Cuando por motivos profesionales sales fuera de nuestro país,
sueles ver como las empresas son más contundentes al reclamar a los
morosos y no tienen miedo de pedir lo que es suyo. Los que tendrían que
estar avergonzados son los que solicitan el servicio y no lo pagan.
La
forma de proceder que suelen tener lo morosos es muy simple, si la
deuda no me reclaman es que no hay prisa para pagarle, pues utilicemos
entonces las herramientas que nos da la ley 3/2004 contra la morosidad
para requerir el pago fehacientemente y con los oportunos interés de
demora y gastos devengados que se nos hayan ocasionado.
Cuando
estemos decididos a reclamar una deuda, lo mejor es recopilar la mayor
cantidad de datos e informaciones sobre el moroso. Desde datos
personales y profesionales, a datos de solvencia y liquidez, hasta se
podría acudir a un detective privado. Así como todos los datos referidos
a las deudas que mantiene con nosotros, para que en el caso de tener
que proceder a denunciar aportar la máxima información necesaria para
lograr nuestro objetivo que no es otro que cobrar lo que es nuestro.
La
negociación siempre es la mejor forma para llegar a cobrar a un moroso,
aunque puede llegar a ser contradictorio el tener que ceder para poder
recuperar el dinero, no hay que dejarse llevar por los sentimientos y
hay que actuar racionalmente. Intentar fraccionar la deuda en cómodos
plazos y no olvidar nunca hacer firmar al moroso el reconocimiento de la
deuda, para que nos sirva como otro elemento probatorio más de nuestra
buena voluntad.
Todos los acreedores deben ser conscientes de que
los deudores siempre intentaran ganar el mayor tiempo posible, y
trataran de hacerla muy larga para que nos olvidemos de irles a reclamar
las deudas. Siempre se da prioridad en el intento de cobro a los
impagados más recientes. A efectos contables las deudas pequeñas se
suelen dar como incobrables y caen fácilmente en el olvido.
Para
lograr que el moroso pague hay que tener una capacidad de negociación a
prueba de bombas, nunca perder la calma y convencer de forma razonada de
la necesidad de pagar, ser muy insistente en buscar una solución
negociada, realizar visitas periódicas constantes y superar las
diferencias con el interlocutor y no dejar que se caiga en el terreno de
lo personal.
Lo adecuado sería que cuando tras 4 meses desde que
se origino el impago no hayamos tenido éxito en el cobro, sería muy
aconsejable poner el caso en manos de profesionales jurídicos que estén
especializados en el recobro y la reclamación de cantidades con una
gestión seria, ética y responsable de probada eficiencia en las
gestiones de cobro.
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